El próximo 5 de octubre, Origami presentará Asignaturas del aire, primer libro de la poeta jerezana Carmen Sáiz Neupaver, publicado en dicha editorial.
                La autora, muy conocida por su presencia en revistas, publicaciones colectivas y lecturas poéticas, es, sin lugar a dudas, una de las voces más sólidas de la generación más joven; también, una de las más queridas y, desde luego, de las más esperadas.
                Ella, sin embargo, no mostró nunca prisa, pues su meta no era la publicación sino la difícil conquista de una perfección que, en todas y cada una de sus comparecencias, ponía de relieve. Su formación literaria, rigurosa y eficaz, aliada del tiempo y el placer de crear, le ha brindado oportunidad de beber en las fuentes del clasicismo y tejer con sus mimbres una voz personal, un estilo singularísimo, que la identifica.
                Con todo, Carmen Sáiz inscribe su discurso en la más absoluta modernidad, sin concesiones a lo pasajero ni dependencias epigonales. Su tradición estética ha de ser entendida y valorada como un talante y, por tanto, una manera personal y propia de situarse ante la literatura, recogiendo el legado de su historia para volcar en sus odres la visión, el lenguaje, la experiencia del ser humano en este preciso momento. Como dice en el prólogo Dolors Alberola, Carmen Sáiz apuesta por lo no efímero, por lo aparentemente invisible pero que se deja oír por los que aman llanamente la poesía. No vayan a creer que su voz se entretiene en caducas fabulaciones ni artilugios pasados ya de moda, es un decir totalmente asombroso y actual el suyo. Y asombra que, luego de tantos siglos utilizando las mismas herramientas, todavía se agrupen los vocablos de manera distinta y sorprendente. Sus imágenes son alarmantemente hermosas, íntegramente nuevas, lo único que a nadie se le ocurriría conjugar sucede entre sus versos.
                La siguiente entrevista nos revela la imagen de una autora llamada a ocupar en la poesía de ahora y de mañana un lugar preferente.

"Cuando escribo, examino los andares de una palabra para encontrar su redondez musical, su largura y su lugar apropiado dentro del verso"


- Asignaturas del aire, éste es el título de tu primer libro publicado; ¿asignaturas pendientes, tal vez?

- Asignaturas pendientes tengo pocas y ninguna me quita el sueño. No obstante, forman parte del camino. En este poemario hablo de esas materias de las que examina la vida: la prueba del desamor, la íntima aceptación del desengaño, de la fragilidad de nuestra identidad con el paso del tiempo… Quizás el aprobado que siempre buscamos consista en asumir nuestros propios suspensos, en merendarnos los errores y salvarnos, a veces de nosotros mismos.

- A quienes conocemos tu trayectoria poética, siempre nos ha llamado la atención tu forma de recorrerla, lentamente, sin prisas de ningún género, pero con paso firme y siempre creciendo. Desde tus primeros poemas hasta este primer libro, hay mucho más que silencio, ¿qué es?

- Las prisas nunca fueron buenas consejeras ni tampoco me he preocupado de participar en demasiados certámenes de poesía. De todas formas, este espacio de tiempo ha sido necesario para encontrar un estilo propio,  definirme a mí misma, aprender y madurar. Nunca me ha cegado el afán de publicar un libro y siempre he seguido escribiendo con la misma ilusión de los inicios. Obviamente estoy muy agradecida al editor, Antonio Huerta, por brindarme su confianza. Tal vez venía siendo hora de romper ese silencio.

- Se te suele considerar una autora apegada a la técnica, ya sabes: métrica, imágenes, un lenguaje bastante cuidado… ¿qué hay de cierto y de leyenda en esta afirmación?

- Es cierto, sufro el mal de los perfeccionistas. Cuando escribo, examino los andares de una palabra para encontrar su redondez musical, su largura y su lugar apropiado dentro del verso. Evidentemente la brújula del poeta es el instinto pero sin disciplina el poema acabaría reducido a  un bandazo, a un mal tumbo. Me aficioné, sobre todo, a los endecasílabos a raíz de mis lecturas a Garcilaso de la Vega, un referente del que heredé mi pasión por el soneto. Años más tarde tuve una experiencia muy reveladora, asistiría a un Taller de poesía a cargo de Dolors Alberola, donde pude adentrarme en el estudio musical del verso libre. Es innegable que hay sobre mí una gran influencia de la poesía de Alberola y de su forma de entenderla.

"Escribir es un grito de socorro a las preguntas que nos surgen cada día. No escribir sería, por el contrario, un indicio de indiferencia hacia todo lo que me rodea y no podría vivir de espaldas al mundo"


- Para llegar a este libro, ¿qué has tenido que arrojar por la borda y qué has debido adquirir, cultivar, perfeccionar…?

- He arrojado, sobre todo, los restos de un rubor que prendió fuego a mi infancia, la inutilidad de una timidez absurda que aprendí a combatir desde los cuadernos. Superada ésta, y a lo largo de todo este tiempo he ido perfeccionando la técnica y mi capacidad de corregirme a mí misma en una larga búsqueda. El camino de la poesía es el del aprendizaje.

- Hace algún tiempo, definiste tu poética en estos términos: La Poesía es un locutorio entre el mundo y uno mismo. Y exige el abandono de cierto pudor emocional para abordar los folios como ouijas, donde emplazar a los fantasmas personales, los temores… y poner de manifiesto también las heridas de la realidad social en que vivimos. Asimismo -y citando parte de uno de mis sonetos- diría que “sólo el poeta acepta el sacrificio / tan vano de intentar que albergue un verso / vida, y lata, y refleje en su reverso / el rostro de una voz entre el bullicio”. ¿La sigues suscribiendo, cinco años más tarde?  

- ¿Ya han pasado cinco años de eso? (risas). Sigo pensándolo pero con matices. Escribir es un sacrificio de tiempo y de imaginación pero también es un grito de socorro a las preguntas que nos surgen cada día. No escribir sería, por el contrario, un indicio de indiferencia hacia todo lo que me rodea y no podría vivir de espaldas al mundo.

"Con el tiempo me he convertido en una lectora muy exigente..."


- Los poemas de Asignaturas del aire ponen de manifiesto la existencia de una voz personal, de eso no hay duda;  sin embargo, el poeta es en parte consecuencia de una educación sentimental, ¿cómo fue la de Carmen Sáiz?

- Sin duda esa servidumbre educacional compromete nuestros pensamientos y acaba definiendo lo que escribimos. Yo nunca fui a un colegio de monjas ni nunca mis padres fueron estrictos o clasistas a la hora de educarme, lo cual agradezco muchísimo. Supongo que eso explica que siempre defendiera la libertad en contra de la segregación y los ideales más sectarios.

- ¿Cuáles son los poetas que más te han influido? Y, en otro orden de cosas, ¿de cuáles prescindirías y a cuáles colocarías en tu panteón literario?

- Es larga la lista de poetas que me han influido, Antonio Machado, Federico García Lorca, Pablo Neruda son algunos ejemplos. Sería injusto prescindir de alguno porque todos aportan algo aunque sí con el tiempo me he convertido en una lectora muy exigente y a no leer cualquier cosa que caiga en mis manos. Es difícil colocar en el panteón a un solo poeta porque todos a los que leí o leo me aportan algo, pero si tuviera que mencionar especialmente a alguno, hablaría de Mario Benedetti o Caballero Bonald.

"No necesitamos que venga ningún sastre de la Real Academia Española a vendernos un “trajecito de género” a medida..."


- Un tópico obligado: ¿poeta o poetisa?  

- Me parece innecesario y prescindible el término poetisa. Las batallas del sexismo lingüístico en algunos casos rozan lo absurdo. Está claro que tenemos una lengua marcadamente masculinizada por razones obvias de antaño y a las mujeres nos ha tocado también un papel secundario en el lenguaje, pero no lograremos tampoco reparar las diferencias si alguien diseña un traje gramatical para nosotras. De hecho, no necesitamos que venga ningún sastre de la Real Academia Española a vendernos un trajecito de género a medida porque, al final,  el vestuario lingüístico en nombre de la igualdad acabará pareciendo un bazar de disfraces malhechos.     

- De los temas que abordas habitualmente –sobre todo, en el libro- ¿cuáles llegan a convertirse en obsesión?     

- No llega a ser obsesión pero sí  recurrente mi alusión a esas canchas de tiro que cruza el hombre en el cruce de las emociones, esos campos de mina que en los ojos hablan de  la brecha de los años y de los sentimientos. Eso es lo que más me interesa.     

- Otro tópico, éste obligado por los tiempos que corren: ¿ética o estética?   

- Es indudable que utilizo los recursos poéticos a mi alcance  con un fin rotundamente estético pero lo deseable, en mi opinión, es que la ética intervenga a disposición de la estética. Esa servidumbre cordial entre ambas debiera ser parte del compromiso personal artístico, la responsabilidad del escritor de defender sus ideas al emprender la construcción armónica de su obra.

"...no hay que perder el respeto a nuestros clásicos, a los grandes maestros que siempre cuidaron las formas y nos dieron gran ejemplo de buena poesía"


- Voy a ponerte contra las cuerdas: ¿cómo ves la poesía contemporánea, en especial la más joven?

- Hay grandes voces jóvenes que tienen mucho que contarnos. Pero no voy a negar que la juventud suele venir acompañada de atrevimiento y en algunos jóvenes (no todos) hay cierta tendencia a querer ‘modernizar la poesía’ como si acaso ésta requiriera un cambio de peinado o de algún piercing  en el ombligo. Comprendo que el poeta busque renovarse o llamar la atención del lector desde el escándalo intencionado, pero en algunos casos puede rozar peligrosamente lo estrafalario, y esa extravagancia que algunos llamarán ‘cambio de look’ necesario, acaba traduciéndose en una pérdida de modales.  Y no hay que perder el respeto a los mayores, con esto quiero decir que en la poesía no hay que perder el respeto a nuestros clásicos, a los grandes maestros que siempre cuidaron las formas y nos dieron gran ejemplo de buena poesía.

- ¿Hay futuro para la poesía?

- Quiero creer que sí aunque temo ese estado de apatía cultural al que quieren llevarnos también los inventores de esta crisis. Lamentablemente si no se invierte en cultura, la poesía tendrá sus días contados y los poetas seremos cadáveres de otro siglo.

"...hay determinadas palabras que son, por sí solas, verdaderas cajitas de música, yo sólo las escojo"


- Y Carmen Sáiz, ¿qué espera de la poesía?    

- Cambiar el rumbo de las cosas seguro que no. Ya lo dijo Saramago, si la literatura pudiera cambiar el mundo, ya lo habría hecho. Sólo deseo -si no es muy tarde ya- que la poesía no se politice. Y a título personal, no busco con la poesía ocupar ningún escaño de éxito o reunir cabezas de elefante en importantes cacerías. La envidia, por suerte, no profana mis sueños y escribir sin pesadillas de un tirón no es poca cosa.    

- ¿Qué aporta Asignaturas del aire a la poesía de nuestro tiempo?   

- Es complicado responder a esa pregunta. Te diré que hay determinadas palabras que son, por sí solas, verdaderas cajitas de música, yo sólo las escojo. Pero la auténtica bailarina que hay dentro de esas cajas musicales es el propio lector, yo sólo aspiro en este libro a que emprenda el baile sobre el eje del propio verso. Si de ese experimento nace algo mágico, habrá valido la pena.    

- Cuando las hayas aprobado, ahora en septiembre –por exigencias del guión editorial-, ¿cuáles son tus proyectos inmediatos?     

- Seguir escribiendo, por supuesto. Tengo otro proyecto entre manos muy ilusionante y estoy convencida de que el 2013 va a ser un buen año.